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    Buenos Aires es tierra de interrogantes, cuna de leyendas e historias curiosas que se inmiscuyen en medio de las realidades y normalidades de sus habitantes. Los fantasmas de Buenos Aires son tan indescifrables que es habitual confundirlos con seres vitales.

    Esta colección de cuentos revela historias sobre esta particular ciudad y, por lo tanto, de sus espíritus. Los fantasmas de Buenos Aires no se limitan a asustar o a producir escalofríos; se niegan tenazmente a emitir lamentos o a ocultarse en altillos oscuros, aborrecen cumplir con los simples lineamientos que rigen a otros espectros. Les gusta asustar, claro —como a toda aparición que se precie de serlo—, pero se suelen aburrir si se los encasilla en tareas tan mundanas. Prefieren, en todo caso, provocar nostalgia, emoción, ternura o alguna risotada.

    En estas páginas los fantasmas eligen exhibirse en variadas formas: la de una callejuela curiosa, la de sala de cine, la de hotel desaparecido, la de calles paralelas, la de relación sentimental inmersa en una pandemia mundial o la de un vagón de tren abarrotado. Pueden mostrarse como estatuas, seres mitológicos, entes nocturnos, artistas famosos desaparecidos o, simplemente, como abuelas adivinas, abuelos energéticos o un vendedor de tecnología.

    Para ser un fantasma, precisamente aquí, en la Ciudad de la Furia, no hace falta siquiera estar muerto.


    Curiosas Simetrías Porteñas - Sergio Simionato

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    Buenos Aires es tierra de interrogantes, cuna de leyendas e historias curiosas que se inmiscuyen en medio de las realidades y normalidades de sus habitantes. Los fantasmas de Buenos Aires son tan indescifrables que es habitual confundirlos con seres vitales.

    Esta colección de cuentos revela historias sobre esta particular ciudad y, por lo tanto, de sus espíritus. Los fantasmas de Buenos Aires no se limitan a asustar o a producir escalofríos; se niegan tenazmente a emitir lamentos o a ocultarse en altillos oscuros, aborrecen cumplir con los simples lineamientos que rigen a otros espectros. Les gusta asustar, claro —como a toda aparición que se precie de serlo—, pero se suelen aburrir si se los encasilla en tareas tan mundanas. Prefieren, en todo caso, provocar nostalgia, emoción, ternura o alguna risotada.

    En estas páginas los fantasmas eligen exhibirse en variadas formas: la de una callejuela curiosa, la de sala de cine, la de hotel desaparecido, la de calles paralelas, la de relación sentimental inmersa en una pandemia mundial o la de un vagón de tren abarrotado. Pueden mostrarse como estatuas, seres mitológicos, entes nocturnos, artistas famosos desaparecidos o, simplemente, como abuelas adivinas, abuelos energéticos o un vendedor de tecnología.

    Para ser un fantasma, precisamente aquí, en la Ciudad de la Furia, no hace falta siquiera estar muerto.


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