Amanda tiene una vida que no la llena del todo. Está comprometida con Ignacio, cuya promesa de conformar una familia modelo no la entusiasma, tiene un trabajo ínfimamente emocionante y, lo peor de todo, se siente perdida en medio del avance vertiginoso de un tiempo que la ahoga y de un futuro que ve como una trágica extensión de la monotonía que la abruma en su presente. 

Dos disparadores vaticinan una inyección de energía que ella creía que había perdido: un libro y un viaje laboral a un territorio que se encuentra en conflicto y donde ella formará parte de Saving Lives para traer un manto de calma a la angustia que asola a los refugiados.

Lo que ella no espera ni sabe es que, en aquellas dos experiencias, una pasiva, de lectura, de introspección, y otra de acción, de sacrificio y de esfuerzo, no solo va a encontrar lo opuesto a lo que estaba buscando, sino que también se verá atrapada en una tela de araña tejida por los supuestos trabajadores del campo de operaciones, una guerra civil, un conflicto de poderes, traiciones, secretos y un campo de amapolas. Un campo de amapolas que ella ve de forma recurrente en una pesadilla que la despierta con un temor con el que le cuesta lidiar; un campo de amapolas cuyo significado trasciende la función de la naturaleza; un campo de amapolas que combina la belleza, lo rojo de la sangre, la guerra y la tensión frente a la dualidad.

Entre nuevas amistades y amores, una necesidad de autodescubrimiento, una misión humanitaria, una intrépida trifulca entre dictadores y revolucionarios, un secuestro y una tapadera que oculta crímenes impensados, Amanda da pasos trémulos hacia un destino tan desconocido como oscuro.